La Torre nos muestra una visión catastrófica y destructora. Cuando aparece, en alguna parte de nuestra realidad se está creando el conflicto necesario para que abramos nuestra mente. Cuando estamos llenos de preconceptos, prejuicios, caprichos, etc., cuando no vemos más allá del muro que nos ponemos delante, La Torre viene a tirarlo todo abajo reduciendo el ego a un tamaño en el que podemos reconocerlo y abrazarlo sin dejar que nos siga controlando. Es importante recordar que cuanto más nos negamos a reconocer la propia responsabilidad en aquello que nos pasa, más daño nos hacemos.
Le pedimos al Tarot que nos aclare en qué área de nuestra vida deberemos estar atentos, las tres cartas siguientes nos hablan de la confusión que puede llevarnos al autoengaño.
Ilusión y fantasía no son lo mismo, la primera nos acerca a la posibilidad de conquistar espacios personales, de llevar los sueños a lo concreto; pero la segunda nos aleja de ello, porque se multiplica en tentadoras posibilidades que nos distraen y nos pierden. Si las quimeras nos paralizan y nos niegan la posibilidad de concretar, de afianzarnos, de madurar y responsabilizarnos, entonces La Torre vendrá, muy posiblemente, a salvarnos de sucumbir a una experiencia de irrealidades, perdiendo valiosas oportunidades de superación. La Torre reaccionará entonces frente a las falsas expectativas.
La inteligencia de la Reina de Espadas le permite asumir sus errores (y distracciones) sin regodearse en la culpa. Propone una visión aguda para reconocer en dónde estamos dejando que las fantasías nos desvíen de nuestra ruta. Darle el espacio a la intuición y usarla como guía significa también ponerle límites a las ficciones de la mente.
Hagamos elecciones coherentes que nos direccionen hacia nuestra tarea concreta. Concentrados pero receptivos, evitando dolores más intensos. Si se avizora una atmósfera "Torre", ajustemos nuestro "gps" interno.