Meditar sobre lo que estamos haciendo. Reflexionar. Cuestionarse. Somos buscadores, encontremos nuestra verdad. Seamos honestos con nosotros mismos. Parece que el tiempo estuviera quieto, pero no lo está. Está muy activo, abriéndonos el campo para nuevas oportunidades, para los cambios que se avecinan. Es importante descubrir la forma de abandonar rutinas viejas, malos hábitos o malas costumbres; estos son tiempos para adaptarse a escenarios nuevos, menos contaminados.
"Al hombre osado, la fortuna le da la mano"
Lo pasado ya pasó, incluida la parte de nosotros que espera pacientemente que "todo vuelva a ser como antes". El mundo será nuevo, podremos crear nuevas costumbres; pero ahora llega la invitación de aventurarse y poner a prueba la máxima "Confía en lo inevitable" como el más extremo desafío al Ego. Si no oponemos resistencia a "Lo inevitable", una fuerza expansiva nace como brújula en nuestra vida para liberarnos de un ilusorio estado de seguridad en la inacción de 'guardarse para mejores tiempos'. Hay momentos para la parsimonia, este no es uno de ellos. Se precisa osadía para adaptarse a los nuevos tiempos, no obediencia ciega al pasado. Se precisa no perder la guía de nuestro Espíritu como la más íntima y sagrada verdad.
La frase potente que llegó con La Rueda fue "La audacia, no la prudencia, es el camino de los sabios". Es preciso entender bien este mensaje, que no implica lanzarse a lo loco a costa de nuestra propia seguridad o la de nuestros semejantes, nos pide una revolución interior y profunda, porque implica nada menos que soltar todas esas estructuras que nos han construido y nos sostienen hasta ahora. La cruda realidad es que ya no sirven, no nos servirán para lo que viene. Si bien esto puede dar miedo, si dejamos de aferrarnos a ese viejo mundo que creemos todavía posible, puede ser para nosotros una maravillosa oportunidad. No queda más opción que confiar y soltar.